¿En qué consiste la teoría ética de Sánchez Vázquez?
Se trata de una teoría fundamentada en Marx. Para él, el marxismo es la teoría más fecunda para transformar la sociedad. No se trata de filosofar por filosofar . El proyecto de alcanzar el socialismo tiene una relación indisoluble con la ética. No sólo hay que comprender la racionalidad histórica; evidentemente hay necesidades objetivas en el mismo proceso de desarrollo económico que exigen cambios sustantivos, pero también existe el factor subjetivo. Es factor es quizá el más importante ya que una política sin ética no puede llevar más que a lo mismo. Hay que subrayar inicialmente que la ética fue adquiriendo mayor relevancia a medida que evolucionó su pensamiento político y filosófico según su vinculación práctica contra las situaciones de injusticia, guerra y explotación. Aunque nunca le faltaron ocasiones para debatir con las principales corrientes filosóficas externas al marxismo, sin embargo su principal preocupación consistió en oponerse a las versiones predominantes dentro del movimiento socialista que paradójicamente negaban esa dimensión praxeológica. El problema de esta negación consistía en reducir la filosofía a una pura teoría del conocimiento, es decir, a una concepción abstracta interpretativa del ser y de la conciencia sin vínculos con la existencia social. Muchas corrientes del marxismo como la inspirada en Kautsky entendieron que el marxismo era ante todo una concepción científica, positivista, determinista y objetivista cuya función consistía en estudiar las leyes de la historia. Para Sánchez Vázquez la categoría de la praxis resulta central en el marxismo porque representa la actividad práctica transformadora de la sociedad. Por tanto no puede ser prioritaria la preocupación por los problemas del ser o de las leyes en la naturaleza. Esta preocupación se expresaba en la forma de un marxismo científico que no era otra cosa que la doctrina oficial del sistema estalinista. Frente a esta doctrina Sánchez Vázquez se inspiró en los planteamientos de Georg Lukács (Historia y consciencia de clase) y Gramsci contra la metafísica materialista (Cuadernos de la cárcel), además de algunos planteamientos surgidos en la obra de Antón Pannekock, Kart Korsh y Ernst Bloch. Estos planteamientos estaban marcados por la polémica contra el Dia-Mat soviético (doctrina del “materialismo dialéctico”). Ante este panorama Sánchez Vázquez sintió la necesidad de reivindicar la categoría de la praxis que estaba presente ya en los Manuscritos económico filosóficos de 1844 de Marx donde se planteaba que el ser humano es ante todo un ser activo, creador. Es así que en su tesis doctoral estudió el concepto de praxis en Hegel, Feuerbach y Marx, además de ciertos problemas específicos como la relación entre la teoría y la praxis, los niveles de la praxis, la razón y la violencia en la historia. Lo que esta tesis afirmaba era que la praxis debe ser entendida como unidad entre lo subjetivo y lo objetivo, algo que genera un producto (una nueva realidad) por ejemplo una obra de arte o una forma de organización social. La praxis puede ser creativa pero también repetitiva, por ejemplo cuando se burocratiza o se vuelve un academicismo estéril.
En 1980, tuvo necesidad de hacer algunas correcciones a la primera edición, como la reformulación de la relación entre espontaneidad y la acción. No es que como decía Lenin la conciencia de clase es importada por la clase obrera desde afuera. Por sí misma la clase puede generar su propia conciencia (tal como señalaba Marx) . Pero además de cuestionar a Lenin, añadió otro capítulo para deslindarse de la concepción esencialista de Marx. Según esta concepción hay una filosofía de la naturaleza humana que al objetivarse en el trabajo se enajena, por lo que cabría plantearse la recuperación o reapropiación de tal naturaleza. O sea que Sánchez Vázquez en los años 80 ya criticó los restos metafísicos hegelianos que se presentaban en la fase juvenil de Marx. Después de la segunda edición de Filosofía de la praxis, en un nuevo libro que surgió como producto de sus cursos y seminarios realizó una nueva reflexión en un contexto ideológico más complejo como el debate entre ciencia e ideología, entre los autores y corrientes de pensamiento que valoraban más el joven o el viejo Marx. El concepto de ser humano como ser histórico y social (concepto que ya estaba en la fase juvenil de Marx) le permitió enfrentarse a Althusser quien propugnaba rechazar ese humanismo a favor del carácter “científico” del Marx maduro). Sánchez Vázquez cuestionó la separación althusseriana de la teoría con la existencia. Visto desde hoy dicho debate parece un falso dilema que obligaba a varios filósofos en aquella época a tomar postura (por ejemplo en la Facultad de Filosofia y Letras de la UNAM habían profesores althusserianos como Carlos Pereyra, Cesáreo Morales y muchos otros); incluso el Subcomandante Marcos, que hacía su tesis de licenciatura sobre Althusser y la educación.
Resumiendo hasta aquí, se puede decir que, hasta la fecha, la filosofía de Sánchez Vázquez no tuvo ningún cambio, es decir que mantiene un fuerte énfasis en la categoría de la praxis. Así entiende el marxismo como filosofía de la praxis con cuatro aspectos indisolubles:
1. Una crítica de lo existente en nombre de la necesidad de justicia y libertad.
2. Un proyecto de emancipación (el socialismo como nueva sociedad).
3. Un conocimiento de la realidad a transformar ligado a una voluntad de cambio.
4. Por su voluntad de cambio un vínculo con la practica adecuada al proyecto de emancipación.
En sus últimos libros (1990-2007), para mayor escándalo de los marxistas ortodoxos criticó la tesis del desarrollo incesante de las fuerzas productivas, así como los elementos deterministas y teleológicos de su concepción de la historia con su lastre eurocéntrico: “Por lo que se refiere a la concepción ‘optimista, moderna´ del desarrollo histórico, de raigambre ilustrada, en verdad hoy no puede compartirse la confianza de Marx en un desarrollo lineal, progresivo y teleológico de la historia” . Esta tesis del desarrollo de las fuerzas productivas encuentra sus límites cuando el desbordamiento de la modernidad lleva el riesgo de la destrucción de la naturaleza. Una revolución no puede dar prioridad al desarrollo ilimitado de la ciencia y la tecnología. Hay un exceso de modernización industrial que se vuelve peligrosa para la sobrevivencia ya no sólo de una clase sino de la humanidad. Y no dar por válida la concepción determinista teleológica de la historia quiere decir que en el marxismo no puede plantearse una finalidad o meta en la historia como si se tratara de una evolución lineal en el tiempo y en el espacio. El hecho de que este esta concepción pasara al marxismo se debió a la herencia hegeliana y que según Sánchez Vázquez hay necesidad de deslindarse. Una revolución socialista no necesariamente lleva al progreso, puede también desembocar en la barbarie o el fascismo:
El derrumbe de lo que no era originariamente un proyecto socialista demuestra que el socialismo no es inevitable. Pero, a este respecto hay que señalar que a Marx y Engels no se les escapó que, si en el futuro no se daba la alternativa del socialismo, se daría otra: la barbarie. Tal es el sentido de su dilema ´socialismo o barbarie´, con que se pone de manifiesto el destino incierto e imprevisible del socialismo.
Finalmente, Sánchez Vázquez criticó la tesis de Marx sobre el papel histórico de la clase obrera y la exclusividad del interés de clase. La exclusividad del interés de clase significa que ya no se puede privilegiar la centralidad de la clase obrera. Las luchas sociales contemporáneas se presentan como movimientos donde participan otros sectores no necesariamente de clase: “la prioridad del dominio de clase hace que en el pensamiento marciano se desdibuje la existencia de otras formas de dominación –nacional, racial, sexual, étnica- que cobran gran importancia en nuestra época.”
2. La evolución del pensamiento de Sánchez Vázquez
Una vez expuesta a grandes rasgos la concepción filosófica de Sánchez Vázquez hace falta examinar las formas concretas en que se aplica. A mi modo de ver su obra filosófica puede dividirse cronológicamente en dos partes: 1) una teoría del arte y de la estética y 2) una teoría política. Esta división en dos partes no se debe a que no tuviera otras aportaciones importantes. Sí las hizo por ejemplo en el campo de la teoría ética, la filosofía de la historia y la pedagogía, pero estas aportaciones las desarrolló siempre de manera entrecruzada a medida en que su tiempo dedicado al trabajo docente y de investigación se orientaba por largas temporadas unas veces a la política y otras a la estética. Esto no significa que todas sus preocupaciones estuvieran determinadas por su actividad académica. Hay que tener presente que su obra filosófica, responde ante todo al compromiso que asumió en su juventud, es decir, más allá de los recintos académicos, a las esperanzas, frustraciones y exigencias de la vida real.
Esta metodología que propongo tomando como principal criterio el entrecruzamiento cronológico de los campos temáticos, no está muy alejada de su propia caracterización:
Mi obra filosófica está vinculada al proceso de crítica y renovación del marxismo que se abre desde mediados de la década de los años cincuenta. Y tratando de insertarse en él, mi pensamiento ha pasado por tres fases que puedo caracterizar tomando como punto de referencia –para tratar de superarlo- el marxismo oficial que dominaba entonces. En una primera fase, mi atención se concentra en los problemas estéticos para someter a crítica la doctrina del ´realismo socialista´ y trazar los lineamientos de una concepción del arte como trabajo creador o forma específica de praxis (podemos ejemplificar esta fase con el libro Las ideas estéticas de Marx, de 1965); en una segunda fase, me pronuncio contra el materialismo ontológico del Dia-Mat soviético y propugno la concepción del marxismo como filosofía de la praxis (Filosofía de la praxis, 1967), y en una tercera constituye el centro de la reflexión la experiencia histórica de la sociedad que, en nombre del marxismo y el socialismo, se ha construido como ´el socialismo realmente existente´ (el primer texto de este género es ´Ideal socialista y socialismo real´ de 1981, y el último, ´Después del derrumbe´, de 1992).
Se trata de una teoría fundamentada en Marx. Para él, el marxismo es la teoría más fecunda para transformar la sociedad. No se trata de filosofar por filosofar . El proyecto de alcanzar el socialismo tiene una relación indisoluble con la ética. No sólo hay que comprender la racionalidad histórica; evidentemente hay necesidades objetivas en el mismo proceso de desarrollo económico que exigen cambios sustantivos, pero también existe el factor subjetivo. Es factor es quizá el más importante ya que una política sin ética no puede llevar más que a lo mismo. Hay que subrayar inicialmente que la ética fue adquiriendo mayor relevancia a medida que evolucionó su pensamiento político y filosófico según su vinculación práctica contra las situaciones de injusticia, guerra y explotación. Aunque nunca le faltaron ocasiones para debatir con las principales corrientes filosóficas externas al marxismo, sin embargo su principal preocupación consistió en oponerse a las versiones predominantes dentro del movimiento socialista que paradójicamente negaban esa dimensión praxeológica. El problema de esta negación consistía en reducir la filosofía a una pura teoría del conocimiento, es decir, a una concepción abstracta interpretativa del ser y de la conciencia sin vínculos con la existencia social. Muchas corrientes del marxismo como la inspirada en Kautsky entendieron que el marxismo era ante todo una concepción científica, positivista, determinista y objetivista cuya función consistía en estudiar las leyes de la historia. Para Sánchez Vázquez la categoría de la praxis resulta central en el marxismo porque representa la actividad práctica transformadora de la sociedad. Por tanto no puede ser prioritaria la preocupación por los problemas del ser o de las leyes en la naturaleza. Esta preocupación se expresaba en la forma de un marxismo científico que no era otra cosa que la doctrina oficial del sistema estalinista. Frente a esta doctrina Sánchez Vázquez se inspiró en los planteamientos de Georg Lukács (Historia y consciencia de clase) y Gramsci contra la metafísica materialista (Cuadernos de la cárcel), además de algunos planteamientos surgidos en la obra de Antón Pannekock, Kart Korsh y Ernst Bloch. Estos planteamientos estaban marcados por la polémica contra el Dia-Mat soviético (doctrina del “materialismo dialéctico”). Ante este panorama Sánchez Vázquez sintió la necesidad de reivindicar la categoría de la praxis que estaba presente ya en los Manuscritos económico filosóficos de 1844 de Marx donde se planteaba que el ser humano es ante todo un ser activo, creador. Es así que en su tesis doctoral estudió el concepto de praxis en Hegel, Feuerbach y Marx, además de ciertos problemas específicos como la relación entre la teoría y la praxis, los niveles de la praxis, la razón y la violencia en la historia. Lo que esta tesis afirmaba era que la praxis debe ser entendida como unidad entre lo subjetivo y lo objetivo, algo que genera un producto (una nueva realidad) por ejemplo una obra de arte o una forma de organización social. La praxis puede ser creativa pero también repetitiva, por ejemplo cuando se burocratiza o se vuelve un academicismo estéril.
En 1980, tuvo necesidad de hacer algunas correcciones a la primera edición, como la reformulación de la relación entre espontaneidad y la acción. No es que como decía Lenin la conciencia de clase es importada por la clase obrera desde afuera. Por sí misma la clase puede generar su propia conciencia (tal como señalaba Marx) . Pero además de cuestionar a Lenin, añadió otro capítulo para deslindarse de la concepción esencialista de Marx. Según esta concepción hay una filosofía de la naturaleza humana que al objetivarse en el trabajo se enajena, por lo que cabría plantearse la recuperación o reapropiación de tal naturaleza. O sea que Sánchez Vázquez en los años 80 ya criticó los restos metafísicos hegelianos que se presentaban en la fase juvenil de Marx. Después de la segunda edición de Filosofía de la praxis, en un nuevo libro que surgió como producto de sus cursos y seminarios realizó una nueva reflexión en un contexto ideológico más complejo como el debate entre ciencia e ideología, entre los autores y corrientes de pensamiento que valoraban más el joven o el viejo Marx. El concepto de ser humano como ser histórico y social (concepto que ya estaba en la fase juvenil de Marx) le permitió enfrentarse a Althusser quien propugnaba rechazar ese humanismo a favor del carácter “científico” del Marx maduro). Sánchez Vázquez cuestionó la separación althusseriana de la teoría con la existencia. Visto desde hoy dicho debate parece un falso dilema que obligaba a varios filósofos en aquella época a tomar postura (por ejemplo en la Facultad de Filosofia y Letras de la UNAM habían profesores althusserianos como Carlos Pereyra, Cesáreo Morales y muchos otros); incluso el Subcomandante Marcos, que hacía su tesis de licenciatura sobre Althusser y la educación.
Resumiendo hasta aquí, se puede decir que, hasta la fecha, la filosofía de Sánchez Vázquez no tuvo ningún cambio, es decir que mantiene un fuerte énfasis en la categoría de la praxis. Así entiende el marxismo como filosofía de la praxis con cuatro aspectos indisolubles:
1. Una crítica de lo existente en nombre de la necesidad de justicia y libertad.
2. Un proyecto de emancipación (el socialismo como nueva sociedad).
3. Un conocimiento de la realidad a transformar ligado a una voluntad de cambio.
4. Por su voluntad de cambio un vínculo con la practica adecuada al proyecto de emancipación.
En sus últimos libros (1990-2007), para mayor escándalo de los marxistas ortodoxos criticó la tesis del desarrollo incesante de las fuerzas productivas, así como los elementos deterministas y teleológicos de su concepción de la historia con su lastre eurocéntrico: “Por lo que se refiere a la concepción ‘optimista, moderna´ del desarrollo histórico, de raigambre ilustrada, en verdad hoy no puede compartirse la confianza de Marx en un desarrollo lineal, progresivo y teleológico de la historia” . Esta tesis del desarrollo de las fuerzas productivas encuentra sus límites cuando el desbordamiento de la modernidad lleva el riesgo de la destrucción de la naturaleza. Una revolución no puede dar prioridad al desarrollo ilimitado de la ciencia y la tecnología. Hay un exceso de modernización industrial que se vuelve peligrosa para la sobrevivencia ya no sólo de una clase sino de la humanidad. Y no dar por válida la concepción determinista teleológica de la historia quiere decir que en el marxismo no puede plantearse una finalidad o meta en la historia como si se tratara de una evolución lineal en el tiempo y en el espacio. El hecho de que este esta concepción pasara al marxismo se debió a la herencia hegeliana y que según Sánchez Vázquez hay necesidad de deslindarse. Una revolución socialista no necesariamente lleva al progreso, puede también desembocar en la barbarie o el fascismo:
El derrumbe de lo que no era originariamente un proyecto socialista demuestra que el socialismo no es inevitable. Pero, a este respecto hay que señalar que a Marx y Engels no se les escapó que, si en el futuro no se daba la alternativa del socialismo, se daría otra: la barbarie. Tal es el sentido de su dilema ´socialismo o barbarie´, con que se pone de manifiesto el destino incierto e imprevisible del socialismo.
Finalmente, Sánchez Vázquez criticó la tesis de Marx sobre el papel histórico de la clase obrera y la exclusividad del interés de clase. La exclusividad del interés de clase significa que ya no se puede privilegiar la centralidad de la clase obrera. Las luchas sociales contemporáneas se presentan como movimientos donde participan otros sectores no necesariamente de clase: “la prioridad del dominio de clase hace que en el pensamiento marciano se desdibuje la existencia de otras formas de dominación –nacional, racial, sexual, étnica- que cobran gran importancia en nuestra época.”
2. La evolución del pensamiento de Sánchez Vázquez
Una vez expuesta a grandes rasgos la concepción filosófica de Sánchez Vázquez hace falta examinar las formas concretas en que se aplica. A mi modo de ver su obra filosófica puede dividirse cronológicamente en dos partes: 1) una teoría del arte y de la estética y 2) una teoría política. Esta división en dos partes no se debe a que no tuviera otras aportaciones importantes. Sí las hizo por ejemplo en el campo de la teoría ética, la filosofía de la historia y la pedagogía, pero estas aportaciones las desarrolló siempre de manera entrecruzada a medida en que su tiempo dedicado al trabajo docente y de investigación se orientaba por largas temporadas unas veces a la política y otras a la estética. Esto no significa que todas sus preocupaciones estuvieran determinadas por su actividad académica. Hay que tener presente que su obra filosófica, responde ante todo al compromiso que asumió en su juventud, es decir, más allá de los recintos académicos, a las esperanzas, frustraciones y exigencias de la vida real.
Esta metodología que propongo tomando como principal criterio el entrecruzamiento cronológico de los campos temáticos, no está muy alejada de su propia caracterización:
Mi obra filosófica está vinculada al proceso de crítica y renovación del marxismo que se abre desde mediados de la década de los años cincuenta. Y tratando de insertarse en él, mi pensamiento ha pasado por tres fases que puedo caracterizar tomando como punto de referencia –para tratar de superarlo- el marxismo oficial que dominaba entonces. En una primera fase, mi atención se concentra en los problemas estéticos para someter a crítica la doctrina del ´realismo socialista´ y trazar los lineamientos de una concepción del arte como trabajo creador o forma específica de praxis (podemos ejemplificar esta fase con el libro Las ideas estéticas de Marx, de 1965); en una segunda fase, me pronuncio contra el materialismo ontológico del Dia-Mat soviético y propugno la concepción del marxismo como filosofía de la praxis (Filosofía de la praxis, 1967), y en una tercera constituye el centro de la reflexión la experiencia histórica de la sociedad que, en nombre del marxismo y el socialismo, se ha construido como ´el socialismo realmente existente´ (el primer texto de este género es ´Ideal socialista y socialismo real´ de 1981, y el último, ´Después del derrumbe´, de 1992).