8.4.09

La obra poética de Adolfo Sánchez Vázquez

Samuel Arriarán
Antes de dedicarse a la filosofía, Sánchez Vázquez estaba dedicado totalmente a la literatura. Siendo joven escribió poesía[1] (esta dedicación se debía en parte a su cercanía con los poetas más importantes como Emilio Prados, Federico García Lorca, Pablo Neruda y Miguel Hernández, quienes le influyeron directamente en su forma de hacer poesía). Incluso cuando ingresó a la universidad central de Madrid, todavía no estaba interesado en la filosofía:
Mi inclinación en aquel entonces era sobre todo hacia la literaria. Los cursos de la Facultad estaban hechos de tal manera que había un tronco común que permitía conjugar intereses académicos muy diversos. En el año en que estuve ahí, tomé tantos cursos de filosofía como de literatura, pero mi vocación era más bien literaria. Mi formación teórica marxista, por otra parte, era muy débil, muy limitada, entonces; al igual que el marxismo de la época, el mío era muy dogmático. Incluso cuando llegué a México, mis intereses principales seguían siendo literarios y de ahí, por ejemplo, mi participación e la revista Romance y más tarde mis estudios de letras en la UNAM.[2]

En los primeros años en México tratando de concentrarse en la literatura ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras y elaboró una tesis de maestría sobre El sentido del tiempo en la poesía de Antonio Machado.[3] También intentó no dejar la literatura reuniéndose con otros escritores para organizar diversas actividades como la fundación de la revista Romance. Este proyecto lo desarrolló con otros exiliados (Antonio Sánchez Barbudo, Lorenzo Varela, José Herrera Petere, Miguel Prieto y Juan Rejano). La revista se perfilaba como una de las más importantes pero lamentablemente se frustró principalmente por causas financieras, además de estar limitada a los españoles. Sánchez Vázquez reconoce que fue un error no incluir a escritores mexicanos muy cercanos como Efraín Huerta, José Revueltas, Octavio Paz, José Alvarado y Fernando Benítez. Por esos años Sánchez Vázquez por diversas razones fue abandonando la poesía. Este abandono visto desde hoy resulta difícilmente comprensible ¿cómo fue posible que sucediera en alguien que posee el talento de un Miguel Hernández? Se pueden mencionar algunas razones (aunque un hecho así siempre resultará inexplicable) como la absorción inevitable la actividad política. Como miembro de comité del partido comunista tenía que ir a reuniones y otras actividades como dar clases para subsistir (tarea igualmente inevitable):
Casi todo el tiempo se me iba en traducir simplemente para poder subsistir. Por otro lado, teníamos entonces una actividad política muy intensa: había reuniones y actos diversos prácticamente todos los días (en los primeros años gran parte de las organizaciones políticas republicanas estaban concentradas en México y puesto que entonces todos pensábamos que íbamos a volver pronto, éramos muy activos). Así después de estar traduciendo todo el día, a las ocho o las nueve de la noche me iba a una reunión que terminaría a la una. En esas condiciones, yo no podía dedicar mucha atención a mi trabajo como escritor.[4]

Entre otras razones que explican la suspensión del quehacer poético de Sánchez Vázquez se puede mencionar el tipo mismo de poesía que hacía entonces (que era una poesía del destierro). El exilio suponía el desarraigo y al abandonar sus esperanzas en volver fue perdiendo poco a poco su sentido. Para comprender mínimamente este sentimiento de desolación hay que citar uno de sus sonetos de aquella época:

El árbol más entero contra el viento
helo en tierra, deshecho, derribado.
Congregando su furia en un costado
el hacha lo dejó sin fundamento.

La torre que besaba el firmamento
-oh, sueño vertical petrificado-,
con todo su volumen desplomado
tan sólo de la muerte es monumento.

Y tú, desnudo y leve junco humano,
contra el viento, amarillo del olvido,
contra todo rigor, estás erguido.

Torre humana o árbol sobrehumano,
contra el hacha, en el aire levantado,
sin raíz, ni cimiento, desterrado.


Como se ve, para el autor no hay posibilidad de reencuentro o de reconciliación. El exilio es algo trágico, un desgarramiento sin solución. No hay ninguna salida ni esperanza, no es por tanto una situación de “transtierro” como decía José Gaos, es decir de adaptación feliz a otra tierra.

Notas
[1] En 1942 publicó algunos poemas en El pulso ardiendo Editorial Voces, Morelia, Michoacán; en 2005 publicó toda su obra poética en un solo volumen Poesía. Fondo de Cultura Económica, México. Este libro está divido en tres partes: I. Poesía en vela (1933-1936), II. Poesía en guerra (1936-1938) y III. Poesía en el exilio (1940-1954); incluye un extenso estudio de María Dolores Gutiérrez donde a partir de ciertos ecos de Federico García Lorca, Emilio Prados, Pablo Neruda y Miguel Hernández se demuestra la calidad excepcional de esta obra : “es importante destacar la evolución de la poesía de Adolfo Sánchez Vázquez a lo largo de la guerra civil, desde las llamadas al combate de los primeros meses hasta las reflexiones sobre la muerte y la profunda humanidad que destilan los poemas de la última época. El lirismo presente en El pulso ardiendo se ha ido imponiendo a los propósitos épicos de la primera etapa de la guerra.” p.34.
[2] “Testimonio del exilio de un intelectual español en México,” entrevista de Paloma Ulacia y James Valender, en Del exilio en México. Recuerdos y reflexiones, Grijalbo, México, 1997, p.194.

[3] Se publicaron algunas partes en 1952 en revistas que hoy son inencontrables. Afortunadamente Sánchez Vázquez las recuperó recientemente entre sus viejos papeles incluyéndolas en su libro A tiempo y destiempo, Fondo de Cultura Económica, México,2007 (“El tiempo en la poesía española”, y “Humanismo y visión de España en Antonio Machado”).

[4] “Testimonio del exilio de un intelectual español en México”, op.cit. p.217